Hija de Cronos y Rea, fue devorada por su padre Cronos y después de ser liberada por su hermano menor Zeus y derrocar a su padre, ella fue enviada a las tierras fértiles del mundo humano, aunque nunca se deslindó del Olimpo. Ella era una reencarnación local de las diosas madres terrestres comúnmente adoradas en las comunidades rurales durante la edad del bronce. Ella tuvo de hijos a Kore, Yaco, Pluto, Despena y Arión, pero su vida se enfocó en cuidar a Kore, hija también de Zeus, que con el tiempo su nombre cambió a Perséfone. Su hija fue criada por las ninfas del mundo humano, pero un día Hades partió la tierra en dos y raptó a su sobrina. Deméter al enterarse de este suceso convirtió a las ninfas en sirenas como castigo por no cuidar a su hija e hizo que Zeus buscará a Perséfone o sino haría que la naturaleza muriera y los humanos sufrieran.
Mientras seguían en la búsqueda de su hija, Deméter se disfrazó de anciana y fue bien recibida por el rey Céleo, este le pidió cuidar de sus hijos Demofonte y Triptólemo. Deméter como agradecimiento, cada noche intentó a hacer de Demofonte un dios, por lo que le ungía con ambrosía y lo quemaba con carbones al rojo vivo en la chimenea del hogar familiar, pero Mentanira al descubrirla lo alejó de los brazos de Deméter, ella se enojó porque los humanos no entendían el bien que estaba haciendo. Al fracasar ese agradecimiento, optó por enseñarle a Triptólemo el arte de la agricultura.
Después de estar en el reino de Céleo, supo del paradero de su hija y se enteró del trato de Hades, por lo que aceptó la propuesta de pasar seis meses con ella y los otros seis con Hades, pero esto no quedaría así, ya que el tiempo que Perséfone no se encontrará en el reino humano, las plantas se secarían.
Por otro lado, Triptólemo tuvo el poder de enseñarle a toda Grecia el arte de la agricultura. Al llegar con el rey Linco y mostrarle ese arte, él se rehúso a que nadie más supiera, intentando matar a Triptólemo, pero Deméter llegó a donde Linco y lo transformó en lince.