Sexto
trabajo: Las aves de Estínfalo
Tras tener dos tareas canceladas, Heracles se convence de tomar la siguiente tarea con total responsabilidad. El rey Euristeo buscó una tarea tan difícil para que su sobrino no saliera vivo de ahí, lo manda a matar a las aves de Ares que se encontraban en el lago de Estínfalo.

Estas aves originalmente se encontraban en el Barranco de Lobos, pero los mismos lobos las ahuyentaron, hasta que se asentaron en el río, ahí se procrearon y se hicieron una plaga. Estas aves tenían garras, alas y pico de bronce, su pico era capaz de atravesar el metal, eran tan grandes como las grullas y sus cuellos como los de los gansos. Estos animales alejaban a los humanos y acechaban las siembras arruinándolas con sus plumas metálicas y sus heces venenosas.

Heracles llegando al territorio de estas aves se percata que no podría ir de frente a ellas, ya que eran demasiadas, también porque se delataba en su emboscada por el húmedo lugar. Atena se aparece y le da cimbeles, unos cascabeles de bronce, que el mismo Hefesto creó. Heracles monta hasta un estribo del monte Cilene, lugar que domina el estero de Estínfalo donde estaban las aves. Heracles hace sonar los cimbeles, un sonido que retumba por todo el lugar del mismo modo que sonaba el bronce de los picos de las aves y estas salen huyendo de terror, pero pasan frente a Heracles, él ataca con su arco y flecha a algunas aves, pero otras logran escapar despavoridas.
Las aves que sobreviven llegan al mar Negro, en la isla de Ares. Hay otra versión que estas aves llegan a Micenas y cuando Heracles regresa con su tío, lo ve encerrado en su guarida porque estas aves están atacando, entonces Heracles las mata, logrando completar su misión.